
NUESTRO HOGAR ESTÁ EN EL CORAZÓN
En Tijuana, empezamos a levantar nuestro hogar. Una casa abandonada sin puertas ni ventanas, sin sanitarios, sin pisos, sin cocina, sin portón. Una casa con gente llena de sueños y metas por cumplir. Dormíamos sin abrigos suficiente porque no teníamos ni ropa ni colchonetas. Empezamos a trabajar bajo la lluvia cansados del largo viaje para tapar las goteras y acondicionar los baños. Estábamos con pocas fuerzas físicas, pero con ganas de luchar y salir adelante con el espacio, un hogar que poco a poco fuimos poniendo puertas y ventanas y reparando lo que estaba destruido. Pintamos la casa y rescatamos lo poquito que había.
Haciendo amistad con el vecindario, nos fueron conociendo y apoyando. Con esfuerzos amueblamos la casa y pusimos mesas, camas, alacenas, armarios, lámparas. Habilitamos los cuartos y espacios comunes para el beneficio colectivo.
Hemos puesto nuestro corazón en Casa de Luz y abrimos nuestro espacio a los que como nosotros han migrado. El esfuerzo, trabajo y dedicación que hemos puesto han sido posibles gracias al apoyo de los corazones generosos de personas que nos han apoyado.